lunes, 22 de septiembre de 2008

Vicky Cristina Barcelona


Muy buen título para la película de Woody Allen: “Vicky Cristina Barcelona”. En eso no puedo presentar ningún dato objetivo de por qué me gusta. Sólo puedo decir que me parece muy original, armónico y además resume (muy resumida) perfectamente la trama.


La cinta cuenta la historia de dos amigas estadounidenses, Vicky y Cristina (Rebecca Hall y Johansson), que vienen a veranear a la Ciudad Condal.

En los primeros minutos de la película, Cristina cuenta que intentó hacer un corto que definiera lo que es el amor. El paralelismo que se establece entre aquel corto frustrado y ficticio con el filme de Allen es muy original, porque “Vicky Cristina Barcelona” es un intento de acotar semánticamente el amor. Es de esos detalles que engrandecen las comedias del director, que en manos de un cualquiera apenas conseguirían la calificación de “entretenida”.

La acción toma lugar en dos lugares de la geografía española, Barcelona y Oviedo (y alrededores). Las dos ciudades tan distintas son un personaje más en esta obra, un complejo dinámico que interactúa en las experiencias de las dos protagonistas. El director ha sabido exprimir al máximo la esencia de las villas españolas, idealizándolas y llenándolas de vitalidad. Estoy seguro de que los ayuntamientos de ambas ciudades están encantados de la promoción que han tenido internacionalmente; porque si yo fuera extranjero y hubiese visto la película, estaría deseando conocer Barcelona. Aquí en España, tendemos a menospreciar lo que tenemos; pero siempre nos quedará Woody Allen.


Con la ironía que caracteriza al guionista, se anteponen dos formas totalmente antagónicas de entender el amor. Por un lado, Vicky es una mujer conservadora en cuanto al amor, que busca algo estable y cree en lo mismo que han creído sus padres: un buen matrimonio. En cambio, Cristina es una soñadora muy progresista (en cuanto al tema de las relaciones sentimentales) que siempre ha buscado algo más pero nunca lo ha tenido tan claro.


Con mucho humor se contraponen estos dos modos de vida, siendo crítico con los ambos.
Parece que en el “pseudoliberalismo” sentimental al que tendemos en Occidente no exista un límite claro, ni un objetivo claro de qué se quiere conseguir en el amor. Por otro lado también parece que el concepto de amor y dependencia del s.XX se está quedando anticuado. Woody Allen expone en clave de comedia cómo está el panorama de las relaciones amorosas en la actualidad, donde parece que estamos perdidos.


Es interesante que la dirección no sea nada destacable, como sí nos tienen acostumbrados. Algunos planos están muy logrados, pero en general, no destaca la dirección más allá de la pura corrección.

Lo mejor del trabajo de Allen es sin duda el guión y la estructura de contraposición que mantiene el filme. El narrador metafísico y omnipresente que cuenta la historia es un gran acierto que otorga un ritmo rápido a la obra, para que así resulte muy entretenida. Los diálogos son deliciosos y el punto fuerte de la película. Las reflexiones que parecen pasajeras e intrascendentes esconden profundas tribulaciones detrás. Los personajes están genialmente retratados, y además de ‘ser’ personas, ‘representan’ distintas actitudes ante la vida.

Los actores han sido elegidos muy bien. Penélope Cruz está brillante. Su papel de española castiza desequilibrada lo borda, y además está muy graciosa. Lo que no sé es si el papel (hacer de loca) tiene la dificultad de un Oscar.

Rebecca Hall, la joven morena que interpreta a Vicky, es otro punto a favor. Aunque es una gran desconocida para muchos, hay que admitir que supera con creces la labor interpretativa de su personaje antagónico representado por Scarlett Johansson.

Bardem está bien, y Scarlett Johansson no está en una de sus mejores actuaciones. La escena en Oviedo en la habitación de Bardem llega a resultar vergonzosa. También puede ser que el papel sea un poco novedoso para lo que conocemos de la siempre pensativa Scarlett Johansson.


No puedo decir que sea esto una obra de arte, no es perfecta y puede resultar algo intrascendente, pero no tengo otra opción que recomendar fervorosamente la película a fans de Allen y a aquellos que quieran ver una buena comedia sin esperar que les solucione la vida.

Conclusión, “Vicky Cristina Barcelona” es entretenida, interesante e inteligente: pedir más a una película es crear dañinas expectativas.




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