Sigo con mis comentarios sobre cine nórdico. No estoy descubriendo ninguna maravilla desconocida por el público internacional, ya que en general el cine por aquellos países septentrionales es tan irregular como el español. Reprise, sin poderse considerar una película de culto es de las mejores sorpresas que me he llevado.
Lo mejor de todo es la primera escena. En 3 minutos, mientras transcurren los créditos iniciales se desarrolla un relato donde el principal tema es la metaficción, además contado desde una perspectiva nueva y chocante. En el fondo, lo que se explica es que la ficción que aquí se cuenta es mentira, que lo que pasa podría no haber pasado y que igual que las circunstancias en una película cambian, de tal modo, podrían no hacerlo o hacerlo de forma distinta.
Si extrapolamos eso a la vida, nos encontramos ante las reflexiones del determinismo, tan concurridas desde el siglo XIX. ¿Quién decide en nuestra vida? ¿Hasta qué punto las circunstancias cambian mi vida o me cambian a mí?
Además, una vez contemplados estos dos puntos de vista, llegamos a la paradoja de la ficción. Todo lo que era una falacia, la película entera es tan real como nuestra existencia.
Por ese principio, por los minutos que le suceden y por el final, merece la pena la película. Durante el excelente comienzo, mi cabeza pensaba continuamente que me encontraba ante una pequeña obra maestra del cine independiente, sin pretensiones pero eficaz. Poco a poco me di cuenta de que algo fallaba, pero aún así Reprise perdura como un interesantísimo film, entretenido y profundo con algún pequeño error.
La técnica narrativa es muy novedosa. Con pequeños saltos en el tiempo, enormes rótulos para dividir la película, historias cruzadas, narrador omnipresente se estructura el filme, que sólo hay rellenar con una buena historia.
El contenido es entonces lo que falla en la película. La situación desde la que empiezan los personajes también me ha gustado. Y el desarrollo también. Hasta que llegué a la hora de metraje aproximadamente. Llega un momento en el que el ritmo decae, las estructuras narrativas innovadoras desaparecen y la historia comienza a divagar y llenar metrajes sin ninguna acción.
Cuánto le cuesta a las películas independientes llenar los minutos establecidos por el cine comercial. Ése es el único pequeño detalle que no me ha gustado de la película.
La dirección de Joachim Trier es fantástica. Sin duda, es un joven danés al que tendré que hacer un seguimiento. Además es el co-guionista de la cinta.
La fotografía no falla. Son muy bellas las escenas de exterior y los dos escenarios con los que se relaciona a París.
El montaje también tiene mucha importancia ya que a través de él se consiguen aplicar las técnicas narrativas antes mencionadas. Y lo consigue con solvencia.
Los dos actores principales soportan toda la carga dramática del filme. Anders Danielsen Lie y Espen Klouman-Hoiner se llaman, y apuntan a estrellas en su país. Me impresionó la sutil belleza nórdica de Kari. También aparece un actriz durante unos escasos treinta segundos, pero me recordó muchísimo a Keira Knightley. Me pareció que era ella. Creo que luego no sale en los créditos pero hacía el papel de una tal Ingrid.
Entonces, concluyo diciendo que es ésta una gran película europea, muy efectiva en su planteamiento que cuenta una gran historia sobre la amistad, la iniciación a la literatura y el fin de la juventud. Sólo en algunos momentos pierde el norte y su fuerza se diluye, pero pronto se recupera.
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