miércoles, 3 de septiembre de 2008

Sin perdón



Clint Eastwood mató el cine del Oeste en 1992, sin perdón.

Acabo de ver la película por la que el famoso cineasta ganó el Oscar al mejor director (y tres más). Todavía estoy sobrecogido por su belleza. Pero no es sólo la película en sí lo que me emociona. También es importante comprender en qué contexto fue lanzada esta obra maestra.

El cine del Oeste, el ‘western’ (permítanme el anglicismo), había sido el género por excelencia durante años en la historia del cine. Por todos es sabido esto, pero también tiene su lógica. El cine, era casi el único divertimento posible para la mayoría de la población, y lo que la gente quería ver era acción, amor, heroicidades y finales felices.

Como consecuencia, todas las películas de este género que se fueron creando a lo largo de la segunda mitad del s.XX eran previsibles, maniqueas y faltas de trasfondo alguno. Como siempre, había mejores y peores, e incluso algunas son obras maestras; pero las películas del Oeste en sí, empezaron a perder fuelle en los 80. En la década de los 90, la crisis de este género era clara. La gente y los cineastas buscaban algo más que el entretenimiento más pautado.

Entonces, apareció esta película y fue vista como un western de calidad, adaptado a la nueva estética y ética de los tiempos que corrían. Podría haber sido Sin perdón un ‘revival’ del Westen, pero no lo fue. Yo creo que la causa está clara. Es casi imposible hacer con frecuencia películas con tanta calidad como ésta. Fue así como se enterró el género, con algunas excepciones extrañas de vez en cuando.

Más que un renacimiento, Unforgiven supuso el fin del género como tal. La película se olvidó de héroes, de indios, de obviedades, de acción, de mujeres bellas y honorables. El amor había muerto, no aparece ningún atisbo de grandilocuencia. Los personajes de la película luchan por vivir en una época que está cambiando, y que está dejando atrás trifulcas y rifirrafes en busca del honor y falacias del estilo. Los personajes son todos unos desengañados, que tienen que buscar causas externas para justificar su comportamiento. El dinero, la nueva vida del Este, ha vencido a los vaqueros. La nostalgia es un elemento importante al igual que ésta película recuerda nostálgicamente viejos tiempos donde siempre había una película del Oeste en el cine. Sin perdón es casi un esperpento.

Aparte del significado contextual que tuvo la aparición del filme, la película en sí contiene una gran historia, una fábula épica adaptada a los nuevos tiempos de resignación.

Uno de los grandes aciertos es la elección del título, de una sola palabra, tan ambiguo como la personalidad de los personajes. En realidad, Unforgiven significa literalmente ‘no perdonado(s)’ en vez de ‘sin perdón’. Entonces, la pregunta necesaria es quién no recibió el perdón. Al principio estaba claro, pero mientras se desarrolla la película, el espectador se da cuenta de que quizás todos hubiesen necesitado ser perdonados por alguien en algún momento. También cabe destacar que la protagonista teórica de la obra está muerta desde el primer minuto, como si no existieran protagonistas, y todas las personas que salen en pantalla fueran secundarios.


Clint Eastwood como director está soberbio. Con muy buena mano y una factura sobria consigue proporcionar ese grado de solemnidad, seriedad que necesitaba la película. Pero no sólo eso. Se podría decir que dentro de lo innovador que es el filme, las técnicas de dirección empleadas son bastante convencionales. Sólo hay una escena de pocos segundos con cámara de mano, y los planos secuencia son escasos, muy medidos y poco llamativos.

La fotografía y la dirección artística, sublimes. Pocas veces he podido disfrutar tanto del horizonte con una película. Es una pena que no pude verla en su día en el cine.

El reparto también está escogido con mucho acierto. Empezando por el actor principal Clint Eastwood. Su imagen estará siempre asociada a las mejores películas del Oeste. Y fue él mismo quien terminó acabando con el género. Gene Hackman, Morgan Freeman y Richard Harris, todos con una gran experiencia no defraudan. Es más, gracias a la calidad interpretativa de los protagonistas la historia no llega a alcanzar el absurdo que en esencia contiene.

Pero también los secundarios reclaman importancia con sus breves pero excelentes apariciones en pantalla. Recuerden el comunicador rostro de la mujer de Ned (Freeman), la empatía que hacen sentir las prostitutas. Quizás me ha costado un poco más tragarme el trabajo de Saul Rubinek en el papel del escritor W.W. Seguramente, son manías mías, pero me parece que sobreactúa demasiado.

Qué decir de la música, que aparece en pocos momentos, pero con gran intensidad.

Aunque no todo es perfecto. El desenlace, ya bastante previsible (como tiene que ser), tiene un ritmo lento que hace que la película se extienda demasiado en metraje. Aunque bajo mi punto de vista, es un mal menor.

Eso es todo. Me quedo con la imagen de Clint Eastwood con el rifle apuntando a cámara y la pregunta que le hace su amigo The Kid:

“Was it like in the old times?”


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