martes, 19 de agosto de 2008

Alguien voló sobre el nido del cuco

El otro día, para ponerme al tanto en las grandes películas de la historia me dispuse a ver “Alguien voló sobre el nido del cuco”. No puedo decir que no me gustó la película, pero me quedé con la sensación de que está sobrevalorada.

Lo primero que cabe mencionar es un título precioso, mejor en inglés, “One Flew Over the Cuckoo’s Nest”. Siempre he sostenido la teoría de que un buen título es capaz de engrandecer la obra que se menciona. Es el caso de esta película y de otras muchas obras artísticas, como “El guardián entre el centeno”.

La película es de aquellas que mejoran tras terminar el visionado, volviendo a pensar en ella. Es decir, la historia que Forman nos cuenta es emocionante, pero no me convence la forma en la que lo cuenta.

El desarrollo del filme es plano y tedioso. La película tiene 133 minutos de duración, y durante dos horas, todas las escenas son iguales. La evolución de la trama es totalmente previsible llegando incluso a producir hastío. A lo mejor, habría que entender que la fuerza visual es bastante débil porque el largometraje fue pionero y ha sido eternamente imitado posteriormente. Puede ser. El caso es que durante mucho tiempo, no pasa nada, y el filme transcurre repitiéndose. También se puede comprender que mediante la más exasperante repetición se puede llegar a entender por lo que estaba pasando Mac, pero aún así creo que no es necesario aburrir al espectador.

Éste detalle hace que “Alguien voló sobre el nido del cuco”, no sea, bajo mi punto de vista, una obra maestra aunque sí que es una muy buena película.

La música, la banda sonora es maravillosa. Es la única salvación que tiene Jack Nicholson para aguantar.

La dirección de Milos Forman no me pareció nada peculiar. Es decir, son todo medios-planos, y de vez en cuando utiliza el zoom de la cámara pero de forma totalmente aleatoria. Debo volver a hacer hincapié en mi enciclopédica ignorancia y volver a afirmar que en su momento, la dirección de Forman fuese innovadora, pero ha quedado algo anticuada; integrada en la mediocridad de la dirección actual.

Las actuaciones no sorprenden. Jack Nicholson sobreactúa y no es nada nuevo. Quizás se puede llegar a aceptar que sobreactúa cuando hace el papel de un desequilibrado que a su vez actúa como si estuviera loco. Puede ser, pero su interpretación no llega a ser del todo creíble.

Sí que me sorprendió gratamente la labor de la enfermera, Louise Fletcher, que ganó el Oscar. También destaca el joven debutante Brad Dourif en el papel de Billy Bibbit. Sin duda, el papel del tímido Billy tenía más miga que el McMurphy de Nicholson.

Pero hay algo que hace que esta película irradie brillantez y claridad entre tantas películas de su época. Es la sencillez, la melancolía y el simbolismo que proporciona el fantástico final lo que hace de la película algo que recordar.

Por que lo mejor pasa en los minutos finales (y no voy a hablar más sobre este aspecto), la película gana cada vez que se piense sobre ella y se intenta interpretarla de forma simbólico. Es por eso que ha quedado en la memoria de tanta gente como una gran obra del cine. [No se acordarían de las dos horas precedentes]

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